Un día de baño en una piscina, lago o playa local es un placer para usted y su familia. Por desgracia, un hermoso día de recreo puede convertirse en trágico en cuestión de minutos. Cada año se producen miles de muertes por ahogamiento y miles de incidentes no mortales.
Sumergirse en el agua durante sólo unos minutos provoca problemas de leves a graves. Una de las consecuencias más frecuentes del ahogamiento es la lesión cerebral anóxica. La anoxia se produce cuando el cerebro carece de oxígeno. Los expertos estiman que unos pocos minutos de falta de oxígeno provocan en la víctima diversos síntomas, pero se disipan rápidamente, por lo que la persona se recupera por completo en poco tiempo. Por desgracia, cuatro o cinco minutos sin oxígeno producen daños cerebrales de moderados a graves.
La falta de oxígeno en la corteza cerebral y el cerebelo durante cuatro o más minutos tiene muchos efectos a largo plazo. Debilidad en brazos y piernas, dificultades de movimiento y equilibrio dificultan la marcha de la víctima.
La alteración de los ganglios basales puede provocar temblores persistentes y/o escritura. Otras veces, la corea puede provocar movimientos espasmódicos.
Algunos pacientes sufren ceguera cortical cuando la anoxia afecta al lóbulo occipital. En casos raros, se desarrolla una afección conocida como síndrome de Anton en la que la persona no se da cuenta de que ha perdido visión a pesar de chocar con los objetos y no reconocerlos.
Las personas con afectación del lóbulo frontal presentan cambios de personalidad que incluyen cambios de humor cuando el paciente se enfada, se irrita, se frustra y/o se deprime.
Es probable que los médicos soliciten una serie de pruebas para determinar el estado inmediato de una víctima de ahogamiento inminente. Entre ellas, recuentos sanguíneos, radiografías, resonancias magnéticas (RM) y tomografías axiales computerizadas (TAC). Estas pruebas ayudan a los médicos a evaluar la gravedad de los daños cerebrales y corporales. Normalmente, se reúne un equipo médico que proporciona fisioterapia, terapia ocupacional y logopedia. La gravedad del deterioro indica cuánto tiempo hay que realizar los esfuerzos de rehabilitación para obtener los mejores resultados. El asesoramiento psicológico suele ayudar al paciente a lidiar con las emociones debidas al accidente que alteró su vida.
Aunque muchos casi ahogamientos son accidentes en los que nadie tiene la culpa, hay ocasiones en que tales sucesos podrían y deberían haberse evitado. Si, por ejemplo, la masa de agua estaba bajo la supervisión de un socorrista mal formado o poco atento, la víctima podría emprender acciones legales contra esa persona, la empresa propietaria o la organización que certificó al socorrista.
Otros que podrían ser responsables en determinadas situaciones son los propietarios de piscinas sin protección. Por ejemplo, en Florida, las personas propietarias de piscinas deben proporcionar una barrera a esa masa de agua para cuando no esté vigilada. Esta barrera puede ser una valla con cerradura y/o alarma o una cubierta de piscina que cumpla las especificaciones del Sociedad Americana de Pruebas y Materiales. Los propietarios de inmuebles que contengan pozos desprotegidos u otros peligros relacionados con el agua también podrían sufrir consecuencias legales si se produjera en ellos un ahogamiento o casi ahogamiento.
Si usted o un miembro de su familia ha sufrido un traumatismo craneoencefálico por ahogamiento, necesita ayuda. Un abogado competente y con experiencia puede ayudarle en estos difíciles momentos. Necesita una indemnización por los gastos asociados, como las facturas médicas y de terapia y la posible pérdida de salarios. El dolor y el sufrimiento que padecen las víctimas de un ABI también merecen asistencia monetaria.
Los afectados por el trauma y el daño de una lesión cerebral anóxica debida a un casi ahogamiento merecen compasión y orientación. Los abogados de Freeman y Freeman le instan a Contacto para que le ayuden con su situación particular.