Aunque aún faltan décadas para que los vehículos sean verdaderamente autónomos, los avances tecnológicos no cesan. Los programadores informáticos y los especialistas en inteligencia artificial han trabajado horas extras para encontrar formas inteligentes de que el vehículo detecte y evite los peligros lo antes posible. Esto incluye a menudo el uso de escenarios hipotéticos sin salida, como el infame dilema ético conocido como el problema del trolebús.
El problema del carrito es un experimento mental sugerido hace décadas. Se trataba de un escenario filosófico sin salida que representaba una situación imposible con una decisión imposible. Como se sugirió originalmente, el experimento ponía una elección en manos de un observador.
Hay un tranvía fuera de control que se aproxima a una división en Y de su vía. Si el tranvía sigue adelante, atropellará y matará a cinco personas atadas a las vías, incapaces de moverse. Si el observador tira de una palanca, el tranvía se desviará a otra vía. En esta vía hay una persona que tampoco puede moverse. Sin duda se producirá una tragedia, pero ¿cuál es la solución más ética? ¿No hacer nada y dejar que mueran cinco personas o actuar directamente provocando la muerte segura de un individuo?
Una versión similar y moderna de este dilema es algo que los programadores y expertos en IA deben trabajar para resolver. Un conductor con toda una vida de experiencia tendrá dificultades para decidir. ¿Será posible dotar a un ordenador basado en el aprendizaje automático del árbol de decisiones necesario para llegar a una conclusión? Es probable que, en última instancia, la máquina elija la solución que produzca menos víctimas mortales, el menor de los males. Pero esto hará que, en última instancia, los programadores permitan que el ordenador del coche decida y luego emprenda una acción que conduzca directamente a la muerte de un peatón humano.
Tanto los programadores como los fabricantes de automóviles contemplan la resolución de este tipo de situaciones con un doble enfoque:
Aunque los fabricantes de vehículos esperan que los coches autoconducidos reduzcan el número de colisiones en carreterapuede simplemente trasladar la responsabilidad. Si un vehículo autónomo provoca un accidente, ¿quién tiene la culpa? ¿El propietario del vehículo? ¿El fabricante? ¿El programador? Lamentablemente, puede tratarse de procedimientos judiciales complejos que requieren asesoramiento especializado.